viernes, 9 de noviembre de 2012

Cruciamentum - Tercer Parte: Finales y Principios


Durante meses he estado deambulando por las profundidades de las Cavernas de los Orígenes, buscando enfrentar y terminar con ciertos aspectos que hace tiempo debían haber sido dirimidos. No obstante, en mis primeros intentos... todo resultó errático, lento y penoso.
El primer encuentro, mediatizados por la virtualidad, fue violento; su primitiva indiferencia, su incapacidad para lidiar con sus obligaciones parentales y laborales, su falta de empatía para entender los sentimientos propios y ajenos... la ambiguedad de los discursos y las acciones... me había atenazado la garganta con sus garras y me había confrontado a todo lo que representaban los Animus en mi vida. Amigos, hermanos, padres... todos los hombres de mi vida.

Años de indefensión
 
Pero me enervé... la furía salió de mi corazón como un volcán.... y la debilidad dio paso a una ira brutal. Incluso la figura del Vigilante se diluyó ante mi furia y puse en fuga a la Sombra del Animus Pater; de algún modo puse en fuga a muchas otras formas de Ánimus en torno mío. Soy un misterio horrible para los hombres y su peor pesadilla. Pero yo también huí de ellos, poniendo cercos en torno a mi corazón para no dejarme alcanzar por ninguno... es algo que he empezado a hacer desde hace un tiempo a esta parte.
Luego de ello... con sus marcas sobre mi cuello, por meses, recorrí las Cavernas, huyendo y persiguiendo, hasta que todo perdió sentido.
Durante ese tiempo, y mientras el Tiempo fluía sin cesar hacia su momento cumbre, las herramientas necesarias para salir adelante y terminar con esto, me resultaban esquivas, no las comprendía, estaba aturdido y dolorido por ese enfrentamiento y por todas aquellas veces que no había podido defenderme. El mundo del Animus, violento y provocador, fuerte y agresivo, misterioso, protector y sabio me resultaba incomprensible... me costaba dejarme invadir por sus aspectos.
Desde de mí... y tampoco podía aceptarlo en otros hacia mi.
Recordé mi último encuentro con el Vigilante, el Sabio... encarnación de los Animus de amigos, hermanos y de todos los hombres que estuvieron y no estuvieron en mi vida.
-No puedo ser una persona corriente, sentirme así de débil. No puedo ser tan indefenso. Quiero confiar en tí, pero no te creo... eres ciego, sordo y mudo a las emociones. ¿Cómo puedo confiar en tí? ¿Cómo puedo aprender de tu fuerza?
- Pide ayuda. Deja que cuide de ti... confía.
- ¿Cómo lo hago si no me dices lo que sientes, si siento miedo en tí mismo de lo que yo soy ahora? Sincerate... abre tu corazón y enséñame.
- Depende del Hombre en el que me encarne, soy el Sabio y el Tonto, el Protector y el Guerrero, el Amante, el Ladrón y el Asesino que habita en todos los hombres que te rodean. Es una prueba, y lo sabes. La Sombra ha hecho de todos esos aspectos unos Monstruos que tú has alimentado con los años, con tu inconciencia, con tu debilidad, has atraído hombres pobres, débiles, infantiles, sádicos... sombras de Hombres, cuando deberías haberlos elevado, caiste con ellos.
El Vigilante me habla. Lo escucho con asombro, y horror... no será el Pater Animus Deforme, pero es tan terrible como él, tal vez más.
- Es algo que tendrías que haber pasado hace mucho tiempo... ahora te has movido y empieza una vez más la Prueba. Este año es crucial para todos, para los de tu estirpe en particular... has sido incapacitado con tus propios miedos y anhelos por mucho tiempo... y al aceptar venir a esta Caverna, has podido ver la cara de cada Monstruo en el corazón de los hombres, a quiénes debes derrotar para superarte.
- ¿Todo este tiempo vi lo que estaba ocurriendo y no hice nada? ¿Tú no hiciste nada?
- Traté de estar junto a tí en todas las formas masculinas posibles...
- Mentiroso...
- Mi papel en tu vida es muy especifico, debía cuidarte, prepararte para que te pudieras convertir tú mismo y ejercer desde el Ánimus, equilibrado con el Anima que tienes. La fuerza masculina y femenina que aterra y desconcierta, que protege y actúa. Debes enfrentarlo. No hay otra forma.
- No quiero oir más. No sé quien eres, ni en quién estas, ni quién soy. Se supone que tú me protegerías, se supone que los Animus enseñan y protegen... que estarías allí, pero siempre estuve esperando. Me habías prometido que estaría a salvo... ¿cómo puedo confiar si tú no eres sincero ni puedes mantener tu palabra? Si no tienes el valor para aceptar, para ver... y eso es lo que me haces ser a mi. Yo soy esto... deforme e inútil.
- Lo lamento profundamente, de verdad...
- Me envenenaron. Con la ausencia, el silencio, la espera, las promesas rotas, ni siquiera hechas... ¿qué clase de hombre puedes ser para mi? ¿Qué clase de hombre puedo ser yo? ¿Con qué clase de hombres en la vida me puedo topar? No te conozco.
Entonces me fuí... El Padre y el Vigilante, ambas encarnaciones del Animus, habían fallado o yo les había fallado. Uno loco y cobarde me perseguía, el otro amable y silencioso no sabía ganarse mi confianza. El resultado era mi cobardía y mi desconfiaza. Por meses (y años sin saberlo) estuve así... 
Hasta que logré comprender, a través de un sueño, que mi madre y mi hermano también estaban presos de este entramado. Aspectos del Ánima y del Ánimus. No sólo yo. La Madre Silenciada. Era una metáfora real de mi propia Ánima cautiva de los caprichos de los Monstruos, merced de los hombres ambiguos y de doble discurso, de poco sentimiento, abusadores y mezquinos. Nada se cierra hasta que uno mismo lo cierra. 
Ella había hecho su movimiento y pude escuchar la voz del Padre Monstruoso, lo que ambos se decían cada vez que se juntaban, sin saber lo que generaban uno y otro:

- No lo mataré. Sólo lo haré como yo... un hombre diferente, pobre, pequeño, insignificante, lleno de promesas incumplidas, de miedos, de destratos y maltratos. Siempre buscando el amor, y nunca encontrándolo... lo haré como soy yo.

Madres y Padres
Entonces, cuando finalmente había decidido terminar con todo esto, crear lo que pudiera desde lo que había, coincidiendo con los días previos al cierre de un Portal,  el Pater Animus, el cuerpo Real, se personificó ante mí.
Debo reconocer que el corazón latió más fuerte, sentí una fuerza enorme inundarme y me pregunté si las emociones más primitivas se apoderarían de mí otra vez, si lo pondría en fuga a base de violencia... porque sentí el miedo en él, inquietud, a pesar de su horrible aspecto... debajo de toda su ferocidad había un hombrecillo perdido, asustado, una criatura primitiva y sola.
El Pater Animus... encarnado y encarnante de los hombres en mi vida. ¿Eran así? Siempre habían sido así... ¿serían diferentes ahora? ¿Podría confiar en ellos, dejarme cuidar? Y más importante aún ¿podría ser a la vez mi propio Animus? ¿Liberarme por fin de esta Prueba?
Sé que aquí no podían llegar ninguno de los otros seres de los planos de la Matrix ni del Mundo Antiguo, pero, por un momento, pude vislumbrar un par de ojos felinos y una sombra que se movía con un vaiven a listones dorados, negros y blancos. ¿Una señal? ¿Era posible? Sea como fuere... él estuvo allí, en el corazón.

Luego... el enfrentamiento final.
Empezó conmigo, una vez más. Hablé y escuché, armé y tejí la historia de la familia que se había construido, detuve los contra-ataques y desmonté sus defensas. Los cortes y golpes que recibí fueron profundos, pero no letales. No había en el Animus Pater verdadera fuerza ya... estaba débil y tembloroso. Tal vez había que ayudarlo a morir...
Y tal vez, porque hay mucha Ánima en mí, o tal vez porque mi propio Ánimus es joven, mi corazón decidió honrar algún aspecto de su antecesor, lo cobijé y lo despedí... en paz.
- Te hiciste una imagen de mi, y crees que ya no puedo cambiar .
- Te corrijo, la imagen la creaste tú. Solo junté los pedazos que habías dejado. Pero ya no más, por mi bien y por el tuyo... esto se tiene que terminar. Ve en paz.
Invoqué el poder del Agua, las emociones, afianzado sobre la Tierra, lo material, con la ayuda del Aire, los pensamientos, y con la pasión del Fuego, la voluntad. Dejé que todo fluyera y consumiera la monstruosidad sobre el Animus Pater... muerte y, espero, renacimiento. Para alguno de los dos...
Para mi ha sido suficiente, estoy agotado y aún no caigo en lo que ha ocurrido.
Quisiera derrumbarme... pero sé que no voy a hacerlo.


Purificación

Finalmente, luego de muchos meses, vuelvo a ver la luz de las tierras exteriores a las Cavernas de los Orígenes; alguien me ayuda a caminar hasta la superficie: el Vigilante que ha vuelto, silencioso, preocupado, activo en su cariño hacia mí. Aunque no logro descifrarlo todavía, son los hombres que, aún siendo uno, me siguen siendo un misterio... algun día se revelará, si me queda tiempo.
Algún día encontraré al Hombre Verdadero... en mí o en otro. 
Entonces, sin ningún tipo de contemplaciones, fuimos convocados los involucrados en este drama: Pater (o algo que se encarnaba en esa figuraba, ahora fría y exigente), Vigilante (preocupado, furioso y silente) y Yo (golpeado, bastante cansado y con un humor de mil demonios).
-Felicitaciones, aprobaste. Me has vencido... al menos lo que habías proyectado de mí, la carcasa en la que me había alojado. Exhibiste un coraje extraordinario y claridad mental en la batalla. Estoy muy complacido.
Escucho al Pater Animus a medias, estoy encogido en una silla, tratando de entender todo lo que pasó y lo que va a pasar. Mientras, el Vigilante se mantiene apartado, cerca de una puerta. El Portal que está cercano... mirando al Pater Animus con furioso desdén.
- ¿Me darán una medalla?
- Entiendo que estés molesto...
- Usted no entiende nada. Se convirtió en un monstruo que me atosigó por años, alimentado por mi... tiene encadenada a mi familia, rodea a cada uno de los hombres que he conocido, se escondía en cada uno de ellos... nunca eligiéndome, y ahora acepta sus errores... pero ya no quiero saber más, estamos en paz, ya está. Váyase usted tambien.
- No te ganó el enojo, ni el odio; tuviste compasión por la figura real, por lo que dijo... has podido ser amoroso. Y a pesar de todo, crees que fue injusto.
- Creo que es mejor que se vaya, como él se fue... en paz, antes de que cambie de opinión y recupere mi fuerza.
- No estamos en el negocio de "lo justo", Gato. Este Ritual nos prepara para la guerra, para la vida y para la muerte, para el amor adulto.
- Tú lo anuncias, es él y los de su estirpe los que pelean, sufren y viven. Y los que mueren. Los que a veces no pueden ser felices. Hay una diferencia...
- Vigilante, si no te molesta, guarda silencio.
- El Cruciamentum se completó. Terminamos, no hay más motivo para que estes aquí.
- No exactamente. Él aprobó, tú no. Los Animales Sagrados no son los únicos que deben desempeñarse en esta situación, son puestos a prueba todos aquellos que los rodean, en este Ritual, en especial a los Animus. Y voy a pedirte que te apartes de manera inmediata. Ya no hace falta Animus como tú a su alrededor.
Eso me deja sorprendido... mi Vigilante, ¿sancionado? Aunque sigo enojado con él, con su forma de ser... una parte de mi se preocupa. No puedo evitarlo.
- ¿Bajo qué argumentos?
- El amor apegado que sientes por él, hace que confundas los roles, volviéndote también incapaz de un juicio claro e imparcial. Y acechas en cada hombre como yo lo hice. Pero tú sientes verdadero amor, esta vez el afecto del padre por el niño... cuando te asomes desde el corazón de otro, sentiras el deseo, y la preocupación, del amigo, del amante... y eso es inutil para la causa. Sería mejor que no tuvieran más contacto... el Animus ya está en él. Déjalo solo, déjalo crecer.
- No me iré a ninguna parte.
- No esperaba que accedieras. Los Animus relacionados con los Felinos son rebeldes por naturaleza, tercos y pasionales, pocas veces colaboran. Sin embargo, si interfieres en lo que vendrá en las próximas semanas... se te castigará. En cuanto a tí, Gato... felicitaciones otra vez.
- Muerase... en paz.
- Si... bueno... que muchacho tan pintoresco.

Partir... en paz.

Y entonces se marchó; ese aspecto tan distante del Animus Pater que nunca tuve cerca se fue, se marchó como lo había hecho su encarnación. En paz... o lo más parecido a la paz. Un ciclo se había cerrado.
Sólo quedamos el Animus y Yo. El Vigilante y el Gato. Pero no nos miramos. El Animus Pater había dicho mucho de él y de mí... de los hombres y de mi... o de mi mismo. Siempre se trata de mi.
Me quedé en silencio, aturdido aún, ahora que se había ido, empecé a sentir el cuerpo temblarme, cada ficha empezaba a acomodarse y aún quedaba por reflexionar lo que había ocurrido. No lo entendía del todo, pero sabía que seguiría habiendo resonancias durante mucho tiempo. Me llevé la mano a la frente y sentí dolor... sangre y cortes. Literalmente me había roto la cabeza, el corazón tardaría en sanar... una cicatriz más que lo desfigure. Tenía que curar mis heridas.
Tomé un paño blanco y lo humedecí en agua pura para limpiarme, cada movimiento me costaba, me mordí los labios... y entonces vi sus manos, grandes y masculinas, amorosas, protectoras, amables. Tomó despacio el paño blanco de entre las mías, pidiendo permiso sin palabras, y lo miré con tristeza y con ganas de llorar... él no me miró, sólo podía ver mis heridas, de las que se sentía responsable.
Podía sentir su dolor por todo lo que había sido dicho y hecho. Sus manos posaron el paño sobre las heridas con la delicadeza propia de los que saben lo que es el dolor, de los que sienten amor y pueden ver al otro.
Lo dejé hacer, no quería echarlo ni apartarlo, quería que se quedara y me cuidara. Empecé a confiar... cuando todo habia sido roto, cuando su amor había sido puesto en evidencia, empecé a confiar. Sentí ganas de llorar por lo que habíamos tenido que pasar... allí estaba el Padre que había deseado, el Animus que deseaba en mi, como Animus y como Anima... pero eso era otra historia, otras lineas de reflexión. Tal vez algún día...
Ahora, cerca del final de todas las cosas, el Vigilante sólo encarnaba al Padre y yo podía sentirme Hijo... por una vez.

En el final de todas las cosas...


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